Buscando un tema para el boletín de este mes, me
encontré con un libro que obtuve en mis comienzos en el estudio de sanación o
terapias energéticas. Una de mis escritoras favoritas la Sra. Diane Stein,
sanadora, master en literatura inglesa y defensora de los derechos de la
mujer... Su libro: “Todas las mujeres
somos sanadoras”. Es una guía de sanación natural nos expone varias
alternativas en terapias y nos ofrece una introducción de la Mujer, Madre,
Diosa de la Creación y de la sanación. Cito de su libro, un resumen, (Parte 1):
Las mujeres sanan.
Parte 1
Las mujeres fueron las creadoras del mundo, las Diosas
maternas, las inventoras de la civilización positiva/pacifica. En todas las
culturas, las mujeres inventaron y desarrollaron las habilidades que hicieron
posible la supervivencia de los primeros habitantes, desde la cocina hasta la
cestería, desde la recogida de alimentos hasta la agricultura, desde la
domesticación de los animales hasta la construcción de viviendas. Las mujeres
empezaron alimentarse a sí mismas y a sus hijos identificando las plantas
silvestres y buscándolas por sus propiedades alimenticias y medicinales.
Entre las habilidades e inventos de las mujeres
destaco la creación del arte y la
ciencia de sanar. En los tiempos de los antiguos MATRIARCADOS, la sanación
y la religión están conectadas profundamente y la religión era femenina. La
sanación empezaba en el nacimiento y el acto del parto femenino se relacionaba
estrechamente con la creación del mundo por parte de la Diosa. Todas las
culturas tenían sus propios relatos sobre la aparición del mundo. La Diosa de
nombres diversos y múltiples surgía del caos para crear la Tierra y el Universo.
GEA, la del ancho pecho, la Tierra (para los griegos).
En los casos en que el papel de la partera abarcaba el cuidado de la puérpera y de su
recién nacido, la sanación se extendía desde el propio parto hasta la garantía
de la supervivencia del hijo por la nutrición y cuidados por parte de la madre.
A la capacidad de la
mujer para dar a luz se suma su papel en la crianza de los niños, en su
protección y en su formación y la base siguiente de la sanación femenina se
encontró en las relaciones entre madre e hijo.
La observación de los
ciclos menstruales/lunares de la mujer, de lo que era sano y lo que no era,
y sus relaciones con la fertilidad y con el control de la concepción fue otro
aspecto que contribuyo a desarrollar la sanación femenina.
La sanación femenina procedió de estos principios vitales, de la mujer
como Diosa de la Tierra y de la Luna, creadora y nutridora de la vida,
partícipe de las fases menstruales. Al irse desarrollando los conocimientos de
las mujeres y su civilización, se desarrollaron también sus conocimientos de
obstetricias, de fisiología y de las técnicas de sanación. Las
parteras/sanadoras antiguas eran asistentes de los partos, pediatras,
ginecólogas, enfermeras, especialistas en el control de la natalidad,
geriatras, psicólogas, y en muchos casos, veterinarias. Se servían de las
herramientas que tenían al alcance de su mano y de sus conocimientos crecientes
de las mismas, transmitidos de Madre a Hija: conocimientos sobre la hierbas,
los masajes, las gemas, la reflexología, la sanación por contacto, la nutrición
y la meditación dirigida, para facilitar los partos y para reducir las
enfermedades y las tasas de mortalidad. Fue el principio de la ciencia y el
principio de la medicina.
Los hombres empezaron a practicar la sanación en
Europa cuando la misoginia de la iglesia cristiana contra las sanadoras femeninas
aumento en los siglos V al X. Se introdujeron en una ciencia que había sido
femenina, la organizaron y la controlaron, y expulsaron de ella a las mujeres.
Así empezó la medicina. Se prohibió a las mujeres la práctica de la sanación
porque era necesario haber estudiado en una Universidad para practicar la
medicina. Las Universidades dirigidas por la iglesia solo estaban abiertas a
los hombres de clase alta. En las universidades de aquella época se enseñaban fórmulas
mágicas y conjuros, pero muy poca ciencia, mientras las mujeres preservaban los
conocimientos reales que aprendían por la enseñanza directa, la tradición oral
y la experiencia.
Las mujeres que habían aprendido las técnicas antiguas
de sanación, que solían ser las únicas que proporcionaban atenciones médicas en
sus pueblos, eran quemadas en la hoguera por su éxito como sanadoras.
Muchas mujeres recordaban a la Diosa, y su culto
prosiguió en la clandestinidad. La partera del pueblo seguía siendo la sanadora
y cuidadora principal de cada región y también solía ejercer de suma
sacerdotisa. La religión de la Diosa perduro oculta, a pesar de las
persecuciones devastadoras por parte de las tribus PATRIARCALES, de los
gobiernos y de las fuerzas religiosas masculinas.
Las cazas de brujas/sanadoras eliminaron la
competencia por parte de las mujeres que disponían de unos conocimientos
mayores y que conseguían una tasa de sanaciones superior. Fueron una «solución
final» política con la que se consiguió que los hombres controlasen a las
mujeres y la práctica de la sanación. Cuando se suprimió la inquisición ya
habían muerto nueve millones de mujeres. (despierten Mujeres a Sanar el planeta)
En algunos pueblos sólo quedó viva una mujer. Las
pocas parteras y sanadoras femeninas que quedaban en el siglo XVIII era
ridiculizadas y desacreditadas por sus conocimientos, mientras los médicos
masculinos se hacían cargo de sus pacientes, dominaron el terreno de los
partos.
Todavía cargamos con el legado de la usurpación.
Todavía se aprecia en la represión, por parte de la medicina, de la salud
holística, y las mujeres son las mas que padecen las consecuencias de la
medicina patriarcal. Ha desaparecido la veneración antigua a la mujer como
imagen de la Diosa de la creación, como también ha desaparecido el
reconocimiento de la mujer como inventora de la sanación y de la civilización
pacífica. La visión de la mujer por parte de la religión judeocristiana y de
otras religiones patriarcales es la de un ser impuro, «vehículo del pecado
original» Sin la Diosa no existe conexión con la Tierra ni respeto a los ciclos
naturales, sino más bien una decisión de dominar y someter a las mujeres y a la
naturaleza. La ciencia se ha desarrollado, así como la tecnología, pero sólo el
descubrimiento de la higiene (practicada por las parteras desde épocas remotas)
ha reducido algunas enfermedades y ha prolongado la vida. Muchos avances de la
medicina son deshumanizadores, temibles y punitivos, a pesar de lo cual no han
reducido las tasas de mortalidad ni han aumentado la calidad de vida para
nadie. La mujer que ingresa en un hospital para dar a luz, para operarse o
incluso para ser sometida a observación/análisis tiene un riesgo elevado de
ponerse mas enferma o de no sobrevivir.
Las mujeres son las víctimas directas de los médicos en los partos en el hospital,
que se tratan mecánicamente como un proceso morboso. Mas de la mitad de los
partos quirúrgicos (con cesárea) y de las histerectomías son innecesarios. La
tasa de supervivencia tras el cáncer de mama no aumenta con la mastectomía
radical, pero cada año se practican centenares de amputaciones de pecho en mujeres.
Las mujeres constituyen un porcentaje mayor del total de los pacientes
psiquiátricos que los hombres y se les receta más del doble de medicamentos a
igualdad de síntomas psicológicos. Las mujeres consultan a los médicos e
ingresan en los hospitales en mayor proporción que los hombres. Éstas son las
consecuencias de la pérdida de las sanadoras femeninas, de la pérdida de una
sociedad basada en la Diosa en la que se respetaba a la mujer y la fuerza
vital, y estas son algunas de las causas del renacimiento actual de la sanación
femenina.
Parte 2: “El renacer de las mujeres sanadoras”
La pérdida de la Diosa, la devaluación del nacimiento
y de la vida en la sociedad patriarcal moderna, tiene otras consecuencias que
afectan a la salud de las mujeres. En las sociedades matriarcales, las mujeres
recogían plantas y cereales para la alimentación o los cultivaban y en épocas
posteriores comían la carne y la leche de los animales que criaban por
procedimientos orgánicos. En el patriarcado, la producción de alimentos se ha
convertido en una gran industria deshumanizada. La decisión por parte de los
hombres de dominar y sojuzgar a la Diosa Tierra ha agotado los terrenos
fértiles y ha producido cultivos de peor calidad. Los fertilizantes químicos y
los insecticidas envenenan los cultivos, a los animales se les administran
hormonas y antibióticos para engordarlos. El proceso de refinar el azúcar
blanco y las harinas blancas, el empleo excesivo de la sal, son literalmente
los venenos de la sociedad moderna. La irradiación de los cereales, las carnes,
las especias, el pescado, la fruta y los vegetales para retrasar sus fechas de
caducidad son algunos ejemplos de la gran industria deshumanizadas. Esto es sin
contar la contaminación del aire, los ríos, las aguas, los residuos
radioactivos, la basura doméstica. El tabaco, el alcohol y las drogas son otros
elementos que contaminan y matan al individuo y el entorno. La pobreza y el
hambre matan a más personas hoy día que en ninguna otra época.
En este peligro claro y presente de un mundo creado
por los hombres sin la influencia de las mujeres de la Diosa, resulta evidente
y vital la necesidad de volver a las mujeres sanadoras. Las mujeres son una voz
de sentido común y de compasión ante la tecnología creciente, la mecanización,
la invasión y la deshumanización del modo masculino de hacer las cosas.
En nuestros tiempos, la mujer sanadora representa esta
misma esperanza en un mundo todavía más represivo y complejo. Las mismas
sanadoras femeninas, adoradoras de la Diosa, afirmadoras de la feminidad, que
fueron las autoras y las creadoras de la civilización matriarcal pacífica y de
la sanación la esperanza de la profesión médica/sanadora, de las mujeres y de
nuestro mundo.
El renacimiento o renacer de las mujeres sanadoras es un proceso en marcha, es una tendencia que
comenzó en los años sesenta con los
inicios del feminismo y el regreso de la religión de la Diosa. En los
primeros años sesenta, los líderes negros y la contracultura hippy y pacifista
sirvieron de base a los movimientos de defensa de los derechos civiles y
antibélicos. Influidos cada vez más por las mujeres y por los valores
femeninos, propugnaban una doctrina de amor y respeto mutuo de paz, en contra
del racismo y a favor de la vuelta del individuo a la naturaleza. Se oponían a
la competencia, a la guerra, al culto al dinero, al conformismo, a las
divisiones entre las razas y al maquinismo deshumanizador.
Por primera vez desde hace siglos las mujeres, al
borde de la conciencia feminista, exploraban las técnicas sanadoras y las
comunidades primitivas dentro de este ambiente liberal y activista. Volvieron a
descubrir la ecología, las artesanías femeninas, las religiones orientales, la
no violencia y la vida autosuficiente, descubrieron los derechos de la mujer,
el masaje, el yoga, las plantas medicinales, la naturopatía y las terapias por
contacto.
Cada vez eran más las mujeres que veían en la
sanación, una alternativa un camino para recuperar sus identidades y sus
cuerpos bajo la medicina patriarcal. Este movimiento de sanación alternativo
tiene muchas facetas: hierbas medicinales, tradiciones orientales de la
acupuntura, el shiatsu, reflexología, homeopatía, remedios florales, reiki, la
aplicación del péndulo y el uso de cristales de roca y gemas.
Las mujeres están tomando las antiguas técnicas y
están experimentando con ello, ampliándolos, desarrollando y refinando. El
estudio de la sanación sigue en aumento para evitar que la enfermedad leve se
convierta en enfermedad grave. Esto es reforzar, recuperar y afirmar la antigua
práctica de la sanación femenina y de la autosanación.
Referencia: "Todas las Mujeres
somos Sanadoras" - Diane Stein
En conclusión:
Este nuevo siglo rige el tercer aspecto de la
Trinidad: La Espíritu Santo. (según Felipe el apóstol). "La Espíritu Santo" representa las energías femeninas,
la Madre, la Mujer, la Magia, la Luz, el Conocimiento, El Planeta Tierra, la
Luna, la Intuición, la Creatividad, el cuerpo físico, las formas, el ying, la
manifestación, la creación, etc. El cuerpo del ser humano al igual que sus mente se
divide en energías femeninas y masculinas. Las dualidad se funden para poder
crear, armonizar y lograr la expansión.
Al presentar este resumen de “Las Mujeres Sanan” de la
Sra. Stein, entiéndase que aplica al hombre cuando activa su lado femenino. No
ha sido casualidad el resurgir de la Mujer desde el siglo pasado, era parte del
proceso para el nuevo siglo.
Gracias,
Bendiciones de Sanación
Sylvia Rodríguez