“Deja que las cosas se rompan, deja de esforzarte por mantenerlas pegadas.
Deja que la gente se enoje.
Deja que te critiquen, su reacción no es tu problema.
Deja que todo se derrumbe, y no te preocupes por el después.
¿A dónde iré? ¿Qué voy a hacer? Nadie se ha perdido nunca por el camino, nadie se quedó sin refugio.
Lo que está destinado a irse se irá de todos modos. Lo que tenga que quedarse, seguirá siendo.
Demasiado esfuerzo, nunca es buena señal, demasiado esfuerzo es signo de conflicto con el universo. Relaciones, trabajos, casa, amigos y grandes amores.
Entrega todo a la tierra y al cielo, riega cuando puedas, reza y baila pero luego, deja que florezca lo que debe y que las hojas secas se arranquen solas.
Lo que se va, siempre deja espacio para algo nuevo: son las leyes universales. Y nunca pienses que ya no hay nada bueno para ti, solo que tienes que dejar de contener lo que hay que dejar ir.
Sólo cuando tu viaje termine, entonces terminarán las posibilidades, pero hasta ese momento, deja que todo se derrumbe, deja ir, déjalo ser”.
(“Comer, rezar, amar”, Elizabeth Gilbert)