martes, 27 de septiembre de 2016

Todas las Mujeres somos Sanadoras




Buscando un tema para el boletín de este mes, me encontré con un libro que obtuve en mis comienzos en el estudio de sanación o terapias energéticas. Una de mis escritoras favoritas la Sra. Diane Stein, sanadora, master en literatura inglesa y defensora de los derechos de la mujer... Su libro: “Todas las mujeres somos sanadoras”. Es una guía de sanación natural nos expone varias alternativas en terapias y nos ofrece una introducción de la Mujer, Madre, Diosa de la Creación y de la sanación. Cito de su libro, un resumen, (Parte 1): Las mujeres sanan.

Parte 1
Las mujeres fueron las creadoras del mundo, las Diosas maternas, las inventoras de la civilización positiva/pacifica. En todas las culturas, las mujeres inventaron y desarrollaron las habilidades que hicieron posible la supervivencia de los primeros habitantes, desde la cocina hasta la cestería, desde la recogida de alimentos hasta la agricultura, desde la domesticación de los animales hasta la construcción de viviendas. Las mujeres empezaron alimentarse a sí mismas y a sus hijos identificando las plantas silvestres y buscándolas por sus propiedades alimenticias y medicinales.

Entre las habilidades e inventos de las mujeres destaco la creación del arte y la ciencia de sanar. En los tiempos de los antiguos MATRIARCADOS, la sanación y la religión están conectadas profundamente y la religión era femenina. La sanación empezaba en el nacimiento y el acto del parto femenino se relacionaba estrechamente con la creación del mundo por parte de la Diosa. Todas las culturas tenían sus propios relatos sobre la aparición del mundo. La Diosa de nombres diversos y múltiples surgía del caos para crear la Tierra y el Universo. GEA, la del ancho pecho, la Tierra (para los griegos).

En los casos en que el papel de la partera abarcaba el cuidado de la puérpera y de su recién nacido, la sanación se extendía desde el propio parto hasta la garantía de la supervivencia del hijo por la nutrición y cuidados por parte de la madre.

A la capacidad de la mujer para dar a luz se suma su papel en la crianza de los niños, en su protección y en su formación y la base siguiente de la sanación femenina se encontró en las relaciones entre madre e hijo.

La observación de los ciclos menstruales/lunares de la mujer, de lo que era sano y lo que no era, y sus relaciones con la fertilidad y con el control de la concepción fue otro aspecto que contribuyo a desarrollar la sanación femenina.

La sanación femenina procedió de estos principios vitales, de la mujer como Diosa de la Tierra y de la Luna, creadora y nutridora de la vida, partícipe de las fases menstruales. Al irse desarrollando los conocimientos de las mujeres y su civilización, se desarrollaron también sus conocimientos de obstetricias, de fisiología y de las técnicas de sanación. Las parteras/sanadoras antiguas eran asistentes de los partos, pediatras, ginecólogas, enfermeras, especialistas en el control de la natalidad, geriatras, psicólogas, y en muchos casos, veterinarias. Se servían de las herramientas que tenían al alcance de su mano y de sus conocimientos crecientes de las mismas, transmitidos de Madre a Hija: conocimientos sobre la hierbas, los masajes, las gemas, la reflexología, la sanación por contacto, la nutrición y la meditación dirigida, para facilitar los partos y para reducir las enfermedades y las tasas de mortalidad. Fue el principio de la ciencia y el principio de la medicina.

Los hombres empezaron a practicar la sanación en Europa cuando la misoginia de la iglesia cristiana contra las sanadoras femeninas aumento en los siglos V al X. Se introdujeron en una ciencia que había sido femenina, la organizaron y la controlaron, y expulsaron de ella a las mujeres. Así empezó la medicina. Se prohibió a las mujeres la práctica de la sanación porque era necesario haber estudiado en una Universidad para practicar la medicina. Las Universidades dirigidas por la iglesia solo estaban abiertas a los hombres de clase alta. En las universidades de aquella época se enseñaban fórmulas mágicas y conjuros, pero muy poca ciencia, mientras las mujeres preservaban los conocimientos reales que aprendían por la enseñanza directa, la tradición oral y la experiencia.

Las mujeres que habían aprendido las técnicas antiguas de sanación, que solían ser las únicas que proporcionaban atenciones médicas en sus pueblos, eran quemadas en la hoguera por su éxito como sanadoras.

Muchas mujeres recordaban a la Diosa, y su culto prosiguió en la clandestinidad. La partera del pueblo seguía siendo la sanadora y cuidadora principal de cada región y también solía ejercer de suma sacerdotisa. La religión de la Diosa perduro oculta, a pesar de las persecuciones devastadoras por parte de las tribus PATRIARCALES, de los gobiernos y de las fuerzas religiosas masculinas.

Las cazas de brujas/sanadoras eliminaron la competencia por parte de las mujeres que disponían de unos conocimientos mayores y que conseguían una tasa de sanaciones superior. Fueron una «solución final» política con la que se consiguió que los hombres controlasen a las mujeres y la práctica de la sanación. Cuando se suprimió la inquisición ya habían muerto nueve millones de mujeres.  (despierten Mujeres a Sanar el planeta)



En algunos pueblos sólo quedó viva una mujer. Las pocas parteras y sanadoras femeninas que quedaban en el siglo XVIII era ridiculizadas y desacreditadas por sus conocimientos, mientras los médicos masculinos se hacían cargo de sus pacientes, dominaron el terreno de los partos.

Todavía cargamos con el legado de la usurpación. Todavía se aprecia en la represión, por parte de la medicina, de la salud holística, y las mujeres son las mas que padecen las consecuencias de la medicina patriarcal. Ha desaparecido la veneración antigua a la mujer como imagen de la Diosa de la creación, como también ha desaparecido el reconocimiento de la mujer como inventora de la sanación y de la civilización pacífica. La visión de la mujer por parte de la religión judeocristiana y de otras religiones patriarcales es la de un ser impuro, «vehículo del pecado original» Sin la Diosa no existe conexión con la Tierra ni respeto a los ciclos naturales, sino más bien una decisión de dominar y someter a las mujeres y a la naturaleza. La ciencia se ha desarrollado, así como la tecnología, pero sólo el descubrimiento de la higiene (practicada por las parteras desde épocas remotas) ha reducido algunas enfermedades y ha prolongado la vida. Muchos avances de la medicina son deshumanizadores, temibles y punitivos, a pesar de lo cual no han reducido las tasas de mortalidad ni han aumentado la calidad de vida para nadie. La mujer que ingresa en un hospital para dar a luz, para operarse o incluso para ser sometida a observación/análisis tiene un riesgo elevado de ponerse mas enferma o de no sobrevivir.



Las mujeres son las víctimas directas de los médicos en los partos en el hospital, que se tratan mecánicamente como un proceso morboso. Mas de la mitad de los partos quirúrgicos (con cesárea) y de las histerectomías son innecesarios. La tasa de supervivencia tras el cáncer de mama no aumenta con la mastectomía radical, pero cada año se practican centenares de amputaciones de pecho en mujeres. Las mujeres constituyen un porcentaje mayor del total de los pacientes psiquiátricos que los hombres y se les receta más del doble de medicamentos a igualdad de síntomas psicológicos. Las mujeres consultan a los médicos e ingresan en los hospitales en mayor proporción que los hombres. Éstas son las consecuencias de la pérdida de las sanadoras femeninas, de la pérdida de una sociedad basada en la Diosa en la que se respetaba a la mujer y la fuerza vital, y estas son algunas de las causas del renacimiento actual de la sanación femenina.



Parte 2:   “El renacer de las mujeres sanadoras”

La pérdida de la Diosa, la devaluación del nacimiento y de la vida en la sociedad patriarcal moderna, tiene otras consecuencias que afectan a la salud de las mujeres. En las sociedades matriarcales, las mujeres recogían plantas y cereales para la alimentación o los cultivaban y en épocas posteriores comían la carne y la leche de los animales que criaban por procedimientos orgánicos. En el patriarcado, la producción de alimentos se ha convertido en una gran industria deshumanizada. La decisión por parte de los hombres de dominar y sojuzgar a la Diosa Tierra ha agotado los terrenos fértiles y ha producido cultivos de peor calidad. Los fertilizantes químicos y los insecticidas envenenan los cultivos, a los animales se les administran hormonas y antibióticos para engordarlos. El proceso de refinar el azúcar blanco y las harinas blancas, el empleo excesivo de la sal, son literalmente los venenos de la sociedad moderna. La irradiación de los cereales, las carnes, las especias, el pescado, la fruta y los vegetales para retrasar sus fechas de caducidad son algunos ejemplos de la gran industria deshumanizadas. Esto es sin contar la contaminación del aire, los ríos, las aguas, los residuos radioactivos, la basura doméstica. El tabaco, el alcohol y las drogas son otros elementos que contaminan y matan al individuo y el entorno. La pobreza y el hambre matan a más personas hoy día que en ninguna otra época.  

En este peligro claro y presente de un mundo creado por los hombres sin la influencia de las mujeres de la Diosa, resulta evidente y vital la necesidad de volver a las mujeres sanadoras. Las mujeres son una voz de sentido común y de compasión ante la tecnología creciente, la mecanización, la invasión y la deshumanización del modo masculino de hacer las cosas.

En nuestros tiempos, la mujer sanadora representa esta misma esperanza en un mundo todavía más represivo y complejo. Las mismas sanadoras femeninas, adoradoras de la Diosa, afirmadoras de la feminidad, que fueron las autoras y las creadoras de la civilización matriarcal pacífica y de la sanación la esperanza de la profesión médica/sanadora, de las mujeres y de nuestro mundo.


 El renacimiento o renacer de las mujeres sanadoras es un proceso en marcha, es una tendencia que comenzó en los años sesenta con los inicios del feminismo y el regreso de la religión de la Diosa. En los primeros años sesenta, los líderes negros y la contracultura hippy y pacifista sirvieron de base a los movimientos de defensa de los derechos civiles y antibélicos. Influidos cada vez más por las mujeres y por los valores femeninos, propugnaban una doctrina de amor y respeto mutuo de paz, en contra del racismo y a favor de la vuelta del individuo a la naturaleza. Se oponían a la competencia, a la guerra, al culto al dinero, al conformismo, a las divisiones entre las razas y al maquinismo deshumanizador.

Por primera vez desde hace siglos las mujeres, al borde de la conciencia feminista, exploraban las técnicas sanadoras y las comunidades primitivas dentro de este ambiente liberal y activista. Volvieron a descubrir la ecología, las artesanías femeninas, las religiones orientales, la no violencia y la vida autosuficiente, descubrieron los derechos de la mujer, el masaje, el yoga, las plantas medicinales, la naturopatía y las terapias por contacto.

Cada vez eran más las mujeres que veían en la sanación, una alternativa un camino para recuperar sus identidades y sus cuerpos bajo la medicina patriarcal. Este movimiento de sanación alternativo tiene muchas facetas: hierbas medicinales, tradiciones orientales de la acupuntura, el shiatsu, reflexología, homeopatía, remedios florales, reiki, la aplicación del péndulo y el uso de cristales de roca y gemas.

Las mujeres están tomando las antiguas técnicas y están experimentando con ello, ampliándolos, desarrollando y refinando. El estudio de la sanación sigue en aumento para evitar que la enfermedad leve se convierta en enfermedad grave. Esto es reforzar, recuperar y afirmar la antigua práctica de la sanación femenina y de la autosanación.
Referencia: "Todas las Mujeres somos Sanadoras" - Diane Stein

 

En conclusión:
Este nuevo siglo rige el tercer aspecto de la Trinidad: La Espíritu Santo. (según Felipe el apóstol).  "La Espíritu Santo" representa las energías femeninas, la Madre, la Mujer, la Magia, la Luz, el Conocimiento, El Planeta Tierra, la Luna, la Intuición, la Creatividad, el cuerpo físico, las formas, el ying, la manifestación, la creación, etc. El cuerpo del ser humano al igual que sus mente se divide en energías femeninas y masculinas. Las dualidad se funden para poder crear, armonizar y lograr la expansión.

Al presentar este resumen de “Las Mujeres Sanan” de la Sra. Stein, entiéndase que aplica al hombre cuando activa su lado femenino. No ha sido casualidad el resurgir de la Mujer desde el siglo pasado, era parte del proceso para el nuevo siglo. 

Gracias, 

Bendiciones de Sanación
Sylvia Rodríguez